Al comprobar de la buena aceptación por parte de la comunidad educativa de algunas artes marciales, como por ejemplo el judo , inicie este trabajo con la intención de encontrar nuevos contenidos que nos ayuden a mejorar nuestra práctica docente. En concreto, me planteaba si la defensa personal puede tener o no un espacio dentro de las aulas de nuestros hijos. Después de reflexionar dicho asunto durante un curso escolar, sostengo que efectivamente la defensa personal puede ser un contenido más dentro del área de educativa, un contenido que a mi juicio no es ni mejor ni peor que otros, pero que sí es diferente en función de su naturaleza: configuración de técnicas defensivas basadas en principios de no agresión, autodisciplina y cultura de la paz.
Son varias las razones que desde la reflexión sistemática argumento como profesor y alumnado. En opinión de todos, la defensa personal facilita el debate pedagógico de qué es la violencia y cómo afrontarla, lo que se valora positivamente ya que permite enseñar/aprender que la violencia es, en sí misma, la pérdida de toda razón y dignidad de la persona que la ejerce, amén de que la violencia nunca debe resolverse con más violencia. Debate que, desde mi punto de vista, es oportuno y de vital importancia en la sociedad y escuela actual.
Otro aspecto que destaco de la defensa personal es su utilidad práctica, es decir, entendemos que es un contenido que, en el hipotético y desafortunado caso de vivir un episodio de agresión, puede ser de utilidad no sólo por el aprendizaje técnico que se adquiere sino también por la insistencia de las técnicas de autodefensa en actuar con la mayor tranquilidad y calma posible, y siempre con el objetivo de impedir que se hiera sin herir. Tampoco me pasa desapercibido que la defensa personal desarrolla la capacidad física del alumnado, especialmente la velocidad de reacción, la flexibilidad, el equilibrio y la coordinación, así como la capacidad de concentración y atención. Al mismo tiempo, amparo otros valores de la defensa personal: su carácter innovador, lo que la hace consecuentemente atractiva para los alumnos, y la potencialidad de este contenido en favor de la mejora de la autoestima y la empatía de quienes lo practican. Visión última también compartida por Weitlauf, Cervone, Smith y Wright (2001).

Defensa Personal en la escuela
Por ello, considero adecuado la implantación para el futuro de la defensa personal en el currículo de educación y subrayo la aportación de la misma en la edificación de la competencia social y ciudadana del alumnado. Concluyo en consecuencia que las técnicas defensivas son pedagógicamente válidas tanto en enseñanza primaria como en secundaria, al hilo de lo cual recomiendo su inclusión en los bloques de contenidos Juegos y actividades deportivas y Juegos y deporte, de la actividad extraescolar de primaria y secundaria, respectivamente. Asimismo, considero especialmente importante la actuación del profesor a la hora de diseñar una unidad didáctica de defensa personal, quien a mi juicio está obligado a presentar las actividades, siempre y en todos los casos, bajo un discurso de no agresión y a fundamentar las sesiones de clase en técnicas de escapes, luxaciones y derribos, evitando la enseñanza de golpeos.
Finalmente, queda manifestar que soy consciente de que ésta es una experiencia inicial y marcadamente exploratoria, si bien tiene el acierto de afrontar un contenido hasta ahora no vinculado a la educación escolar y que aporta unos resultados, cuanto menos, esperanzadores y de ampliación de horizonte. Lo que a mi juicio es razón suficiente para establecer una línea de investigación sobre este particular en el futuro más inmediato. Es lo que hago y os animamo a hacer.